martes, 1 de noviembre de 2011

Historia futbolera

Parece ser que cada vez que entro a mi blog me disculpo por lo descuidado que lo tengo, casi nunca escribo y la neta no me he dado el tiempo para hacerlo a pesar de que en los últimos meses he tenido experiencias dignas de compartir; ya terminé la universidad, vivo en el DF y ahora trabajo en una agencia de publicidad, en fin prometo nutrir más este abandonado pero nunca olvidado blog.

Por ahora quiero compartirles una interesante historia futbolera que me encontré dando el roll por la página de Barak Fever, sí el tipo que hacia la contracronica en DeporTV, está muy bueno el sitio

Bueno acá se los dejo:
Por: Elías Leonardo
No ocurrió ningún asalto. Periódicos, televisoras y radiodifusoras locales acordaron no decir la verdad sobre lo sucedido. Sabían que de hacerlo, y si aquél vivía para contarlo, perderían a la gallina de los huevos de oro. Manejaron que fue un robo con lujo de violencia y el ídolo había recibido dos piquetes por puro coraje de los asaltantes, de “unos desgraciados que merecen lo peor”, según algunos diarios.

En ese momento, como nunca, había que proteger al ídolo. El Toro Manríquez era el jugador sensación. Consolidado como titular indiscutible y goleador implacable con el equipo del estado, el hombre se convirtió en una deidad. De forma unánime, aficionados del equipo, así como de otros clubes, lo consideraban el mejor futbolista mexicano. Recién se había ganado la convocatoria a la Selección Nacional y era la esperanza de millones.

Mujeres no le faltaban; un sinfín de faldas y prendas íntimas cayeron por obra y gracia de sus manos santas. Los niños soñaban con ser como él cuando crecieran, en el peor de los casos aspiraban a un autógrafo. Sin embargo, el Toro Manríquez también jugó sus propias cartas para aumentar todavía más su popularidad.

Por debajo de la mesa compró a la prensa. Por sugerencia de su representante entregaba buena cantidad de billetes para que ningún medio hablara mal de su persona. Por el contrario, hasta repartía obsequios costosos para que enaltecieran sus virtudes no sólo como jugador, sino como ser humano. Para eso recurrió al teatro de visitar asilos, orfanatos y comunidades con altos índices de marginación. Regalaba despensas, aparatos ortopédicos y materiales para construcción. Claro, esos regalos implicaban una exigencia al club: “Nos conviene a todos que me tengan en un pedestal. Así que páguenme más”. Y el club, nada tonto, accedía.

Pero para Manríquez aquellos ancianos, niños sin padres y pobres campesinos en realidad le parecían “la mierda de la población”. Así se los decía a reporteros, también beneficiados por su cartera, en las noches de tragos después de los partidos. “Esa pinche gente nomás ridiculiza al país. Si no pueden vivir bien, ¿para qué vinieron al mundo?”. No obstante todos debían callar. Y por supuesto lo hacían, pues se les pagaba y muy bien.

Sin embargo, Manríquez no contaba con lo que le pasaría esa noche del supuesto asalto. Luego de visitar al médico y recibir la noticia de que tenía una enfermedad venérea se dirigió a la colonia aquella donde abundan las “güilas”. Apenas se topó con La Alacrana y se le fue a los golpes. “¡Hija de perra! Por tu culpa mi verga está deshecha”, le gritaba mientras la pateaba. Aunque el médico le precisó que su mal podía curarse con tratamiento (pomadas), Manríquez creyó que su miembro viril le sería inservible de por vida.

A punto estaba de darle una patada a la ya molida Alacrana cuando apareció El Caimán, padrote y primo lejano de la agraviada. Con un puñetazo seco a la nariz tumbó al Toro. Lo reconoció, pero no le importaba que fuera el ídolo de ídolos, tenía que cuidar su negocio. “Así seas el Papa me vale madre. Aquí no vas a venir a hacer mamadas”, le sentenció el Caimán.

Con harta sangre en su rostro, producto de una nariz partida en cuatro, Manríquez se incorporó e intentó sacar una pistola que traía en la parte trasera del pantalón. Ni tiempo le dio el Caimán; dos puñaladas con un fierro oxidado encajaron en su vientre. El Caimán cargó a su representada y huyó del lugar. Los gritos de auxilio del Toro fueron en vano, ni un alma cerca del lugar.

Como pudo, tambaleándose en cada paso, Manríquez llegó al área de Urgencias de la clínica más cercana, un hospital con apariencia de tugurio ubicado a 10 cuadras. Al ingresar, enfermeras y personal lo reconocieron, así que de inmediato lo atendieron. El hombre ya parecía cadáver.

Al percatarse de sus pertenencias (pistola, dos grapas de cocaína, una liga y una jeringa), médicos discutieron entre ellos qué hacer. Optaron por lo inmediato: llamar a la policía. Por su parte, un elemento de la policía dio el pitazo a los medios, quienes de inmediato decidieron que la noticia sería la siguiente: “El Toro, víctima de la delincuencia”.

Un día después, por la mañana, el Toro fue trasladado a un hospital de mayor nivel. Compañeros, reporteros y aficionados se dieron cita en el lugar para alentar al ídolo. Muchos de sus devotos donaron sangre. Entre ellos, y sin que el Toro ni nadie lo supiera, un niño. Ansioso por colaborar para salvarlo, el chamaco —rechazado por el hospital como donante por obvias razones— creyó que cortándose las venas saldría sangre suficiente para salvar a su ídolo. La cubeta que utilizó como recipiente efectivamente se llenó del líquido rojo, pero él quedó inerte, sin vida, a un costado de la cubeta. Ese niño era mi hijo.

Tuvo que morir mi angelito para que yo pueda decir la verdad. Pertenezco a uno de los comprados por Manríquez. Soy uno de los tantos que bebió y se drogó con él antes y después de cada partido. También formo parte de esos beneficiados con orgías. Mi vida ya no tiene sentido y por eso he escrito todo lo anterior.

Antes de partir, entregué a un amigo todas las evidencias (fotos, grabaciones, videos y documentos) que desenmascaran a ese ídolo de barro. En unos momentos se dará la información y la proporcionarán esos medios a los que no pudo comprar. Aunque no lo crean todavía hay gente leal a sus convicciones y a su profesión. No falta mucho para que se descubra la verdad.

Si el Toro no se muere por las puñaladas lo hará cuando se enteré de que su verdad salió a la luz. ¿Quién lo iba a decir? Juntos crecimos con su éxito y juntos nos iremos en su derrumbe.

www.elbuenfutbol.com

jueves, 24 de febrero de 2011

Las Cárceles Mexicanas

A propósito del filme “Presunto culpable” que próximamente se estrenará en todos los cines y que tanto revuelo ha causado por la crítica lanzada al sistema de justicia mexicano. Quiero compartir con todos ustedes un trabajo escolar que recientemente realicé el cual habla precisamente de la realidad que se vive en la mayoría de la cárceles mexicanas.


Una vez escuche a una señora decir que las personas que caen en la cárcel se vuelven más mañosas; eso es precisamente lo que ocurre actualmente en México, cuyos centros penitenciarios debido a la corrupción e impunidad se han transformado en universidades del crimen. 

Las cárceles presentan una creciente sobrepoblación donde el 62% de sus internos son recluidos por delitos “famélicos” es decir ocasionados por el hambre y la miseria. Este tipo de criminalización basado en sentenciar al más pobre el cual dentro de la cárcel es obligado a pagar determinadas cuotas y sometido a una serie de humillaciones solo genera un resentimiento social y una mayor perversión en el preso, puesto que no recibe la rehabilitación debida, al contrario se especializa de manera sanguinaria en prácticas del crimen organizado. 

Según datos arrojados por un estudio que realizó la Pastoral Penitenciaria muestran que de los 225 mil reclusos que hay en el país concentrados en 488 prisiones 28% son realmente enfermos con alguna adicción que los obligo a delinquir. Las autoridades piensan que el problema principal del país es la inseguridad, motivo que los ha obligado a endurecer la penas aumentando con esto la carcelización. Cuando la mayoría de sus internos están ahí por robar menos de 2 mil pesos incitados por la miseria, la falta de empleo, la falta de educación y la drogadicción. 

Por otro lado las cárceles han servido como un jugoso negocio para los gobiernos estatales o peor aún para los carteles que son dueños de las plazas. Los internos son obligados a pagar cuotas por usar celular, ir al baño, pase lista, visita conyugal, entre otras. Con estos montos se financian campañas políticas y diferentes ambiciones personales. Tan solo en el DF las autoridades reciben mil 700 millones de pesos por las tarifas que cobran en los reclusorios. 

Las cárceles son una importante fuente cautiva de ingresos para los grupos delictivos, lo que es vital para sostener su guerra. Además, las cárceles se han convertido en semillero de sicarios. Saben que en el momento que quieran pueden llegar y sacar a los presos que necesiten para reforzar sus filas. Los reclusorios son parte de los territorios en disputa; más aún, es en los penales donde ellos tienen el control total. 

El abogado y teólogo, Arellano Aguilar actual director del Instituto de Penitenciarias del Distrito Federal señala que la gente que tiene mucho dinero viven muchas veces mejor dentro que fuera de la cárcel, pudiendo salir pagando unos cuantos millones de pesos por su preliberación en cambio la gente pobre se “pudre” en la cárcel. 

“En los reclusorios no se vive una realidad distinta a la de afuera. Al contrario, se condensa más drásticamente esa realidad. Afuera hay droga, adentro también. Afuera hay violencia y atropellos a los derechos humanos, adentro se acentúan esos problemas.”


lunes, 31 de enero de 2011

Cuatro documentales ambientales en los premios Oscar

Dentro de un mes, la Academia norteamericana entregará los premios Oscar a las que considere las mejores piezas de la industria cinematográfica de Estados Unidos y otros países. En la categoría documental compiten cuatro obras con fuerte enfoque ambiental.






Son retratos diferentes de Estados Unidos, Brasil, China y Pacífico Sur pero podrían tratarse de cualquier otro punto en el planeta. El denominador común es el territorio, es decir un espacio físico donde se construye identidad colectiva, con la influencia de las condiciones del entorno y también de las acciones humanas de cada día. La pantalla grande ofrece así una oportunidad para tomar conciencia, transmitiendo en cada imagen más de mil palabras.






Uno de los documentales es Gasland. En 2007 el realizador, Josh Fox, recibe una oferta de una compañía energética para arrendar sus tierras en Estados Unidos y explotar gas en su propiedad. Preocupado por los impactos ambientales que podrían generarse, decide recorrer su país cámara en mano y recoge testimonios de contaminación de aire y agua, enfermedades y canillas que en lugar de apagar la sed resultan ser inflamables.




Wasteland transcurre en Brasil, en torno a Jardim Gramacho, el relleno sanitario más grande del mundo. Un artista plástico brasilero Vik Muniz les propone a los recolectores informales de basura o "catadores", crear juntos unos murales a partir de los residuos. El resultado final no es solo la obra de arte sino las reflexiones y las transformaciones que vivencian los protagonistas.




En la sección cortometrajes, Sun come up muestra como la población de 3.000 habitantes de las islas de Carteret en el océano Pacífico Sur deben relocalizarse porque el nivel del mar avanza sobre el archipiélago. Son refugiados ambientales, los primeros afectados por el cambio climático. A la idea de dejar su hogar, se le suma un contexto político difícil de post-guerra civil.






The warriors of Quigang muestra cómo vecinos del pueblo que lleva ese nombre deciden defender su derecho a un ambiente sano. El enemigo es una industria química local que amenaza contamina y amedrenta con corrupción y violencia. Los realizadores, Ruby Yang and Thomas Lennon, ya cuentan con nominaciones y premios Oscar anteriores en el rubro documental.
via: com ambiental

Comunicación Ambiental: Cuatro documentales ambientales en los premios Osc...

Comunicación Ambiental: Cuatro documentales ambientales en los premios Osc...: "Dentro de un mes, la Academia norteamericana entregará los premios Oscar a las que considere las mejores piezas de la industria cinematográf..."

jueves, 13 de enero de 2011

asesinatos 2010

2010 fue el año en el que más asesinatos se presentaron con 15 mil 273 ejecuciones a causas de la guerra contra el narco (aunque FCH jura que nunca ha usado el termino Guerra y que lo que presenciamos solo es una estrategia de combate al crimen organizado) en lo que va del sexenio de Calderón, según la base de datos elaborada por la presidencia de la república y presentada hace unos días.
Sin embargo diversos comentarios sostienen que las estadísticas son erróneas y que la página web presenta muchas fallas.

Con respecto al estado de Guerrero se efectuaron 1137 homicidios siendo Acapulco el municipio donde más ejecuciones hubo con 370, seguido de Taxco con 75 y Chilpancingo con 63.


Con el sabor amargo que dejan estos datos reflejando  la barbarie que experimenta nuestro país,  agrego un poema que leí hace unos días que precisamente habla sobre las muertes y la sangre derramada.

Nomás
José Chapa

Mueren marinos en el mar y ballenas, mueren
malos pacíficamente y mueren
buenos a punta de bala. Mueren mujeres en el desierto
y hombres que no vieron también mueren
el rostro del niño que les cortó el cuello.

Mueren los viejos por no ceder el rancho, por no abandonar
las vacas y el aroma de las vacas que son suyas
mueren. Mueren los primos y los primos de los amigos                    
hasta que muere un hermano

y entonces la muerte nos duele
como la vida misma.

Pero no muere la mala hierba
que infesta la ciudad, ni muere la guerra que tanto mata,
ni mueren los hombres detrás de la guerra. Nomás

llegan y te quitan el carro y luego mueres
tirado en la calle más amplia. Mueren los perros y al pasar junto a ellos
es imposible evitar el pensamiento: éste será mi hedor
cuando me muera. 

okay

haciendo pruebas con esta aplicación okay tankiu