jueves, 23 de agosto de 2012

Llegando a Chilpancingo

Pues sí, ya estoy de nueva cuenta en tierras chilpancingueñas, en mi hogar, después de mi año de “YaYa” en el DF (ya estudié ya estoy trabajando”). La verdad es que quise tomarme un tiempo de vacaciones para liberar todo el stress acumulado y para llevar a cabo unas cuentas ideas y proyectos que traigo en mente.

 En esta ocasión no dormí nada en mi trayecto y no porque me tocara de compañera alguna viejita que se tirara pedos o algún gordo que ocupara casi los dos asientos, sino porque esta vez a diferencia de la otras ocasiones donde ponen siempre la película de “Marmaduke” o la de una espía rusa protagonizada por Cameron Díaz, en esta ocasión proyectaron capítulos de una serie de la cual nunca supe el nombre pero la trama consistía en que un grupo de convictos con un historial delictivo destacable, ayudaban a la policía a resolver crímenes. Me pareció interesante el proyecto de readaptación que proponían y realmente no sé que tan alejado esté de la realidad ese asunto. Sin embargo es algo de lo que ahorita no me interesa profundizar, sólo quería destacar esa serie que llamó mi atención por casi 4 horas.

 Lo que realmente me interesa es expresar la sensación que tuve al llegar a Chilpancingo, ya saben clima, colores, ambiente y hasta aromas diferentes a los que ya te habías acostumbrado y que a pesar de que es tu tierra natal a la que llegas, no puedes evitar sentir el contraste. Pero hay detalles que esta vez hicieron mucho ruido en mi y en la noche cuando platicaba con mi almohada detonaron que hoy esté expresando (y desempolvando mi blog), porque estoy seguro que esos detalles pueden mejorar la imagen de Chilpancingo en todas esas personas que nos visitan. 

 Para empezar, qué pasa con el estacionamiento de la terminal de la estrella blanca, al entrar el autobús no recorre ni los 5 metros y se encuentra con un bordo, después un bache, otro bordo pero más brande, otro 5 metros y hay que esquivar el autobús de enfrente que casi choca con nosotros. Si parecía que la flecha va brincando de alegría por haber llegado. (Flecha: así conocen los abuelitos de Chilpancingo a los autobuses) Considero importante que haya un saludo de bienvenida que reciba jovialmente a todos los pasajeros, que los identifique con Chilpancingo y al mismo tiempo que los haga interesarse por la cultura de la ciudad. Por ejemplo, que el chofer al llegar exprese: “Señores hemos llegado a Chilpancingo capital dónde se establecieron los sentimientos de la nación y se abolió la esclavitud” o qué tal algo más gastronómico “Bienvenidos a Chilpancingo capital del pozole, mezcal y del localmente conocido chilate” tú dices ayy wey! Y al otro día vas al mercado a probar estos platillos típicos o si lo prefieres vas por un pay de queso del señor bigotón del centro, depende de cual sea el saludo de bienvenida. Y ya si quieren algo que destaque nuestros deportes, por qué no: “Chilpancingo casa del poderosísimo equipo Avispones”.

 Un punto importante es el servicio de taxi, apenas vas bajando del autobús y los taxistas ya te están esperando con su cálido mensaje “¿Va queré taxi primo?” Si bien eso habla de la servicialidad de los chilpancingueños también pone en dudas la seguridad de la terminal, no sabes que pinche loco puede entrar y salir o si realmente es taxista. Hay que vender seguridad. Además cuando entras a la terminal te revisan y a algunos de tus familiares no los dejan pasar a la zona de bancas para despedirte, “sólo a los que tienen boletos” dice el policía. ¿Por qué se ponen picudos en la entrada y por la por la salida es un acceso libre?

 Otra cosa ya para concluir, sales de la terminal y lo primero que vez es una calle en deplorables condiciones, con charcos y las alcantarillas madreadas. ¡Eso hay que cambiarlo!, si bien hay muchas calles madreadas en Chilpancingo, esa por lo menos, la primera que vez cuando llegas, debe lucir chingona, con iluminación, limpia y hasta con plantitas. Es la primera impresión que tienes de Chilpancingo, y pienso que si queremos posicionar una buena percepción hay que cuidar los detalles y empezar desde la entrada.

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